Cada habitación es un apartamento con salón, cocina y hasta galería acristalada que apunta al patio desde el que exprimir la belleza del norte de Tenerife. En total, cinco estancias holgadas y coloristas que homenajean a distintas flores y que, como en el caso de Lavanda, sorprenden con una bañera retro de patas de forja. Esta casona del siglo XVII, reconvertida en el hotel rural Los Realejos, no solo ofrece una estancia tranquila, con encanto y muy buena ubicación, sino unos soberbios y apetecibles desayunos XXL.